Al borde de un precipicio, sin resquicios, a todos nos sacan de quicio y con un juicio de bondad conseguimos que el bien se anteponga al mal.
Si hubiera conseguido cantar bien, sin duda habría empezado así una de mis baladas, habría reflejado en el papel el hecho de como una mala situación nos hace sentir la peor mierda del mundo y de cómo enfangado en ese profundo charco de kilómetros de profundidad sacas fuerzas de la nada para deslumbrar a aquellos que ni con muchas prendas fluorescentes consiguen desprender un matiz lumínico.
Me cuesta mucho entender el hecho de como los seres queridos que nos rodean, inmersos en un círculo de codicia, alimentada a su vez con un toque de egocentrismo no procuran fijarse en lo esencial ; con esencial me refiero a aquello que nos permite vivir con la mayor serenidad posible en este temporalmente indeterminado camino que llamamos vida
Algunos lo llaman felicidad, otros plenitud hay numerosos términos en los cuales no es necesario indagar pero para reflejar dicha sensación me gustaría llamarlo tranquilidad.
Por tranquilidad entiendo despertar cada mañana con la sensación de que algo nuevo espera cuando abras la puerta al salir de casa, me refiero al hecho de llegar por la noche y sentirte realizado, sentir que hoy no es que solo haya valido la pena el día, sino que tú has aportado algo para que ese día tenga más valor aún.
No es difícil comprender el hecho de que el lector de este texto piense que yo voy a saber que es y que no es esa sensación de autorrealización, y no lo juzgo ; por no saber, no se ni a donde voy ni que me depara ; pero algo que si se es que donde sea buscaré aquello que todos quieren y pese a tener a su alcance, no lo trabajan , indagan, potencian.
Buscaré mi propia felicidad y ser yo sin limitar a los que me rodean , buscaré la felicidad ajena siempre que esté a mi alcance, buscaré vivir.
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